La buganvilla o bugambilia es una de las plantas trepadoras más queridas y extendidas, perfecta para colocar en el jardín para darle un toque de color y encanto gracias a sus características flores. Hay muchas variedades que se pueden plantar, en el suelo o en macetas, y es este último caso el que abordaremos cuando hablemos de suelo adecuado, exposición, reproducción, parásitos y enfermedades. Empecemos diciendo que la buganvilla teme el frío y el cultivo en maceta es especialmente adecuado en zonas donde las temperaturas no son especialmente favorables, para poder cubrirla en caso de descensos excesivos de temperatura o heladas.
Sencilla de cultivar y cuidar, esta planta aportará a tu espacio verde un soplo de belleza y energía, gracias al vigor de sus ramas y hojas. Descubramos los apartados de esta guía práctica para cultivar en macetas.
Originaria de Brasil, la buganvilla pertenece a la familia
Nyctaginaceae (también conocida como buganvilla o buganvilla). Su nombre deriva
de Louis Antoine de Bouganville, comandante de la expedición de 1768 en la que
lo descubrió Philibert Commercon, botánico. En Sudamérica, esta planta
trepadora también crece frondosa en Perú y Argentina, y se ha hecho famosa en
todo el mundo como protagonista de los jardines gracias a su cascada de flores
perfecta para pérgolas o setos . Pero también muy fácil de cultivar en maceta
(menos sencilla pero maravillosa es la que tiene forma de bonsái), por lo que
conviene elegir variedades de hojas pequeñas, como la buttiana, recordando que
las especies más grandes de estas trepadoras pueden superar los 10 metros en altura. Esta resulta ser una variedad perfecta para cultivar como arbusto y
mantener dentro del apartamento, cuidada con un recorte regular de las puntas.
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Cómo cultibar bugamvillas en macetas
El suelo más adecuado para el crecimiento de la buganvilla
es una mezcla de tierra y piedras, para permitir un correcto drenaje, con un
sustrato de arena y turba. Esto permite que la planta viva en paz, con el
equilibrio adecuado de humedad para volverse exuberante.
A las buganvillas les va bien en un ambiente cálido y
húmedo. Por ello, hay que prestar mucha atención a la exposición: necesita un
lugar bien iluminado y soleado, pero protegido del frío excesivo y de las
heladas invernales.
Transplantar la planta
A la hora de trasplantar la planta, es mejor hacerlo en primavera,
precisamente justo después del final de la temporada invernal. La operación
debe realizarse anualmente, especialmente si notas que la buganvilla no florece.
Para trasplantar, retira la tierra que pueda desprenderse con facilidad (puedes
ayudarte extrayendo la planta después de mojar la tierra vieja) e introduce el
terrón de tierra en una maceta nueva. Llene los huecos con tierra fresca. Si la
planta es demasiado grande, no es necesario trasplantarla, sino simplemente
refrescar la tierra: retire manualmente las primeras capas y agregue tierra fresca.
Es mejor hacerlo manualmente, sin utilizar herramientas de jardinería, para no
dañar las raíces.
Clima
A la buganvilla le encanta la humedad y hay que recordar que
los riegos deben ser regulares y frecuentes (una vez al día), especialmente
durante la temporada de verano y si se cultivan en macetas. Es necesario
proceder temprano por la mañana o por la noche, prestando atención a posibles
estancamientos de agua en el platillo: no debe haber ninguno, para evitar el
riesgo de pudrir las raíces.
La buganvilla ama el clima templado y odia el frío, así que
opta por plantarla en zonas con temperaturas suaves, recordando que vive bien
en un ambiente cálido y húmedo (lo más cercano posible a las características
del clima tropical). Por lo tanto, las temperaturas nunca son demasiado frías
(por debajo de 5°C): para crecer bien, la temperatura ideal es de 18-24°C (sin
embargo, puede aguantar hasta 35°C).
Para multiplicar buganvillas, proceda con esquejes. Para
asegurar que se multiplique, es necesario cortar una ramita (de unos 10 cm de
largo está bien) y plantarla en el suelo. Pasados unos 20 días (tiempo en el
que las raíces empezarán a funcionar correctamente) se procede a la plantación
en el jardín o en macetas.
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Fertilización recomendada
La fertilización se puede realizar una vez cada 2/3 semanas,
con un abono orgánico que aporte elementos fundamentales para la maduración y
floración como nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio, hierro, calcio, zinc,
cobre y boro. Durante el verano es mejor proceder con un abonado semanal, con
el abono diluido en el agua utilizada para regar la planta.
Se recomienda podar las buganvillas antes de la primavera,
posiblemente en febrero. Se trata de una operación bastante sencilla, que
consiste en eliminar las ramas visiblemente más débiles. La poda de invierno no
es un tabú, pero debe realizarse sólo si es necesario.
La buganvilla suele ser fuerte y resistente a plagas y enfermedades.
Lo que más se teme son los pulgones, que pueden propagar virus difíciles de
tratar e incluso pueden provocar la muerte de las plantas. El virus del
mosaico, que provoca manchas y coloración amarillenta de las hojas, pero
también la detención de la floración y la reproducción, es uno de los más
insidiosos. En estos casos lo mejor es recurrir al uso de insecticidas de
amplio espectro, que también son eficaces contra las cochinillas (la Pulvinaria
floccifera, o cochinilla escamosa, es especialmente dañina). Las plantas
también pueden ser presa de caracoles y babosas, en cuyo caso será necesario
recurrir a productos matababosas o repelentes.
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